El sábado Aurora y yo fuimos a Barcelona, era la primera vez que la visitábamos y quedamos muy gratamente sorprendidas. De las 6 horas que estuvimos 4 las teníamos libres y las dedicamos ha hacer turismo. Fuimos en tren y de camino hacia allí nos planteamos una ruta turística para poder aprovechar el tiempo al máximo, así que cuando llegamos a la estación de Sants cogimos el metro y fuímos directamente al puerto.
Una pasada la verdad...
Hacía un dia estupendo, el sol calentaba lo justo y una suave brisa, procedente del precioso mar de Barcelona, entraba desde el puerto recorriendo las ramblas; la gente iba y venía comiendo fruta y tomando zumo fresco, ambos comprados en el mercado de la Boquería que a pesar de la hora, las 3:30 de la tarde, estaba lleno de gente... En las ramblas la brisa mecia las flores de los puestos e inundaba con suaves aromas todo el paseo... un poco más adelante estaban los puestos de animales y peces y pájaros llenaban de colores esa parte de las ramblas. Había mucha gente pero no había bullicio... no había estrés... la gente paseaba tranquilamente, con calma, disfrutando cada segundo de tanta belleza. Había oido hablar mucho de las ramblas pero... nunca me las imaginé tan bonitas....
Hubieron muchas cosas que nos llamaron la atención, las estatuas humanas por ejemplo, yo he visto muchas ya que en fallas las calles de Valencia se llenan de ellas pero no tan espectaculares, eran muy grandes y con mucho trabajo artístico. Nos dimos cuenta también de que, a persar de la cantidad de gente que había, estaba todo muy limpio.
De allí nos fuimos en metro al Park Güell. No nos dimos cuenta de que estábamos tan altos hasta que desde la plaza superior, situada encima de la sala Hipóstila o de las cien columnas, vimos los techos de Barcelona y por encima de ellos, las cúpulas de la Sagrada Familia; al fondo de nuevo el mar y su brisa inundándolo todo. Allí había más jaleo pero por zonas, eran muchos los rincones apacibles en los que la gente aprovechaba para descansar tumbándose en el cesped o sentándose en cualquier tramo del viaducto.
Cuando llegamos al Park oímos una música muy bonita, pensábamos que era música ambiental pero no acertábamos a saber de donde salía, poco después nos dimos cuenta de que venía de la sala de las 100 columnas, allí había un hombre tocando una guitarra con un pequeño altavoz!!... parecía mentira que se oyera en toda esa zona del park...
Solo le pongo dos peros a todo... el poco tiempo que tuvimos para disfrutar de la ciudad condal y el no poder llevar a mis perrillos, aunque nos hemos hecho el firme propósito de volver muy pronto y con unos cuantos días por delante.
Queremos dar las gracias a Tamara, Marina y Amparo, con su ayuda nos hicimos esta ruta tan bien aprovechada y que tanto disfrutamos.
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