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miércoles, 7 de enero de 2009
Los primeros días
Las horas siguientes al parto fueron un poco estresantes, había que vigilar constantemente a los cachorros ya que además de no haber tetas suficientes para alimentarlos a todos a la vez, a los negros los confundíamos con el pelo de la madre, con lo que nos pasábamos el rato contándolos para ver si estaban todos.
Nos dimos cuenta entonces de que teníamos que pasar las 24h con ellos por lo que decidimos llevarlos dentro de casa (menos mal que tenemos sitio). Al principio los pusimos debajo de la escalera, es un trozo bastante ancho por lo que cabía el nido perfectamente pero nosotros teníamos que estár sentados en una mecedora día y noche. Las primeras 48 horas las pasamos bien por aquello de la novedad, pero el tercer día estabamos ya agotados, cada dos horas los cachorros tenían que comer y además teníamos que ayudar a Mia a estimularlos para hacer sus necesidades (la pobre no daba abasto, incluso dos personas a veces tampoco) con lo que eso de dormir... na de na! por lo que empezamos a turnarnos.
La tercera noche el que se quedaba de guardia ya podía dormir algo entre toma y toma pero la mecedora era un poco incómoda por lo que volvimos ha hacer un cambio de ubicación. Nos fuimos definitivamente al salón y fué lo mejor. Lo teníamos todo más a mano y podíamos descansar en el sofá mientras ellos dormian.
El caos llegaba cuando se despertaban.
Para controlar que todos comieran bien hacíamos lo siguiente:
si primero comian los amarillos, a los negros mientras los ayudábamos a hacer sus necesidades y luego los dejábamos en una cesta hasta que acababan los primeros por lo que a veces ya casi no le quedaba leche a Mia, a si que, a la siguiente toma comían los negros primero. Así hasta la tercera semana que ya han empezado a comer pienso en papilla. El esfuerzo a sido considerable ya que no te queda tiempo para hacer nada más pero merece la pena porque los cachorros engordaban una media de 80-100 gramos diarios, que está muy bien. Ahora ya pesan 2.200g.
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