El sábado por la mañana salíamos de viaje, nos íbamos a Olba, un pueblo precioso de Teruel a la vera del rio Mijares a pasar los tres últimos días de fiesta de la pascua. Cuando cojímos las bolsas para cargar el coche nos dimos cuenta de que Vera tenía el morro hinchado, parecía un no sabíamos que había podido pasar porque no la oímos llorar ni ladrar así que pensamos que le había picado algo, soltamos las bolsas y nos fuímos al veterinario.
Allí Rosana nos dice que sí le ha picado algo pero no sabemos que, le pone una vía y le inyecta antihistamínicos, "esta noche ya tiene que habersele ido la hinchazón y hará mucho pipi para eliminar la medicación", pues ale, a casa que nos vamos de viaje.
Mi madre se quedaba con ellos para cuidarlos y darles de comer y aunque sabíamos que iba a estar muy bien vigilada nos fuimos tristes por dejarla malita. Llamamos a casa unas cuantas veces y mi madre la pobre no le quitaba ojo de encima pero nada, todo fué bien y Vera se recuperó enseguida.
Total fué una simple picadura de insecto pero, nos tienen pillada el alma... Nuestros perros son parte de nosotros y la alegría que nos falta muchas veces en este mundo de locos nos la dan ellos con una simple mirada o un movimiento de rabo. Es maravilloso tenerlos en casa.
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